Un buen día de la primavera de 1911, el arquitecto Trinidad Cuartara compró una arroba de vino y un vaso para celebrar la terminación de las obras del edificio de Las Mariposas, en la Puerta de Purchena, con los trabajadores que habían participado en su construcción.
Junto a los propietarios del inmueble, José Rapallo y Bernardo Campos, todos bebieron del mismo vaso y después de brindar decidieron dejarlo en lo más alto del castillete, donde ha permanecido casi 99 años. Para evitar que se rompiera, los técnicos de la Dirección de Infraestructuras de Cajamar decidieron bajarlo con el fin de protegerlo durante el tiempo que dure las obras que actualmente se llevan a cabo en el edificio.
(Información de Teleprensa.es)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Ya había oido la historia de ese vaso, lo que no sabía es que lo habían retirado por las obras.
Resulta anecdótico lo de brindar con un buen morapio y luego dejar el baso tras terminar un tabajo de construcción, pero lo más curioso es que se conserve intacto despues de tantos años.
Publicar un comentario